sábado, 27 de noviembre de 2010

PROLOGO



Era una tarde soleada y tranquila al borde del rio. Mientras el calor penetraba por mi piel, mi mente navegaba entre las líneas de ese libro que tanto me tenía absorbido. Es increíble ver cómo, pagina a página, las situaciones se van sucediendo y los problemas dan forma a problemas más grandes. Había pasado del mundo real a el mundo de mi interior con tanta fuerza que no fui capaz de ver que una persona se había sentado a mi lado.
-¿Cuál es tu hotel existencia?
Con un respingo, como si me hubieran sacado una clavija de la nuca volví al mundo real y vi sentada a mi lado a una chica. Ella era joven, atractiva pero sencilla y de ojos penetrantes. Su mirada mostraba dulzura, a la vez que una peligrosa picaresca.
-¿Perdón?-  Dije tratando de ganar tiempo para ubicarme.
-Paul Auster. “Brooklyn follies”.  Es eso lo que estás leyendo ¿Verdad?
Solo pude soltar un pequeño Sí, mitad vergüenza, mitad sorpresa.
-  Y bien ¿Cuál es tu hotel existencia? Ya sabes, todos tenemos ese lugar ideal en nuestra mente donde todo es como queremos y nos visita quien nosotros queremos.
Fue entonces cuando empecé a entender su juego.
-¿Mi hotel existencia? En mi hotel no le faltaría de nada a nadie. Sería un lugar donde la gente que necesitara huir y volar podría hacerlo. Como un reducto de naturaleza entre un amasijo de hierro y lava. Allí nuestros huéspedes gozan de todas las comodidades que a ellos se les antoje: Restaurante 24 horas, hectáreas de campo llenas de fauna y flora, habitaciones grandes y lujosas, o no lujosas si lo prefiriesen, un servicio encantando de ayudarles en todo lo que necesiten… Pero eso no es lo mejor de mi hotel.
-¿Ah no? ¿Qué es lo mejor de tu hotel entonces?
-Que allí la gente se encontraría a sí mismo. No sé,  como si estando allí fueran capaces de abrir su cuerpo y su mente, sincerarse consigo mismos, convivir con los otros huéspedes y encontrar todas aquellas respuestas que necesitan y ni siquiera darse cuenta. Expulsar todo aquello que no necesitan y les atormenta y tener una nueva oportunidad para resetearte y empezar otro camino.
La chica comenzó a reírse, como si le hiciera gracia mi propio hotel existencia.
-Pero eso es imposible ¿Lo Sabes no?
-No es imposible. A fin de cuentas, es mi pequeño trozo de universo y puedo moldearlo a mi gusto ¿No?
- ¿Y cuál es tu función en tu pequeño trozo de universo?
-Observar. Observo cómo van encontrando su camino poco a poco y aprendo de ellos. Como un voyeur que te observa desde los ojos de un cuadro, como un hormiguero de cristal y, no sé, quizá escribir sus aventuras en un blog.
Con una cara de sorpresa a la par que de interés, la chica se levantó y comenzó a alejarse. En un intento por averiguar algo más sobre ella la pregunté voz en grito:
-¡No me has dicho ni siquiera cómo te llamas! ¿Te volveré a ver?
Y mientras se alejaba, dio media vuelta y comenzó a andar hacia atrás.
-Quién sabe, igual algún día me paso a ver cuán bonito es ese hotel tuyo.
Desapareció.

1 comentarios:

J. feat. J. dijo...

Un salto cualitativo, sin duda. Sigue por ahí, maestro.

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